de Emmanuel Levinas

"Cada paso que no está acabado no es nunca el mismo paso. Es siempre el otro paso que nunca está concluido." (de El rostro y la primera violencia)

§ abril 30, 2004
§ 11:48 p.m.
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J. P. Witkin, Cupido y un centauro en el Museo del Amor


Tomada, con deshonestidad, de ZoneZero.com

§ abril 29, 2004
§ 3:45 p.m.
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5

Los habitantes del sueño salen por entre mis párpados. Juran: ardua será la batalla, cierta la conquista. Son más tenues que el miedo fugaz de cada paso.

§ abril 28, 2004
§ 10:23 p.m.
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Los espejos son la piel de otros sitios, que desde aquí se ven familiares pero no lo son: más allá de esa puerta que parece la tuya hay un jardín infinito, o la Ciudad de las Garras, o el Mar Vertical, el de los peces que caen, caen, caen...

§ abril 27, 2004
§ 12:45 a.m.
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El río

La niña: Pies en el agua, dicha entre los dedos.
El niño: Atrás ya venía la ola negra, fétida, enorme, que barrió con nosotros. Luego viviríamos en la Casa del Torno, la de los cuentos que nunca quisimos escuchar, y seríamos otros: risas rojas y perforadas, rumores broncos tras los ojos.
La niña: Pero allá, pies en el agua, el mundo entero como la arena, el sol delante, era aún el otro tiempo.

§ abril 26, 2004
§ 10:09 p.m.
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Basura

un cable canta arriba con su voz de metal y de muerte paciente
      lo levanta un pilar cubierto de reclamos
      caras e inmundicias

abajo en el asfalto llora un trozo de plástico
una lágrima sola
de alegría
      no tiene color ni función
      está roto
      ya nunca se sabrá de qué es fragmento
      y va a dormir por siempre

entrambos circulamos
      menos precisos que los restos

§ abril 25, 2004
§ 11:41 a.m.
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Un sueño

Todos los signos en el cielo compondrán un nombre. Todos miraremos a un lado, diremos: "es el tuyo" y no sentiremos ira ni dolor.

§ abril 24, 2004
§ 9:05 a.m.
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La obligada presencia de la nada

 

§ abril 23, 2004
§ 9:01 a.m.
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"Mein Vater ist auf dem Schnee tot"


Robert Walser (Biel, 1878 - Herisau, 1956)

§ abril 22, 2004
§ 12:03 a.m.
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Este

Un niño, un pobre niño tonto, vive en mí para siempre, atado con alambres y llamas a mis nervios, soldado al metal rojo en lo profundo. Su germen es un recuerdo: una conocencia fugaz, que ya es otro río, que ya no existe, pero que crece, me cuenta historias, me dice de sus vidas conmigo, juega a que rehacemos el pasado y lo volvemos hoy, luego, tiempo interminable y movedizo. Salimos a pasear. Me dice, le respondo. Juego a ser audaz o tímida o cualquier cosa, y él juega conmigo. Descubrimos todo lo que es dable descubrir. Devolvemos el reloj a cero a la hora de los otros.

Un pobre tonto, un hombre, en algún sitio, no recuerda o no me conoció.

§ abril 21, 2004
§ 12:26 a.m.
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92

En la cama, entre las sábanas, se insinúa el contacto. Quiero confundirla, desorientarla, darle otra forma en el deseo o en la espera. No puedo: es una pesadilla informe, de las más negras y profundas, y está conmigo desde siempre. Me conoce; ya no se ofende siquiera de mis tibias mañas.

§ abril 20, 2004
§ 12:19 a.m.
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Unheimlich

La idea del pensamiento como una traba, de la quietud como un estorbo, del vértigo y el olvido como único propósito.

§ abril 19, 2004
§ 12:04 a.m.
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Al rato

Dicen que Dios, a veces, toma la conciencia de las almas y las deja suspendidas, inmóviles, en el interior de los cuerpos, que como el universo alrededor se vuelven inmutables, casas de quietud ajena al tiempo. Luego devuelve el atributo arrebatado, y creemos habernos distraído.

Sólo entendemos que ha pasado algo más cuando Dios, enamorado de una conciencia artera o febril, se vuelve egoísta y, en vez de lo que le quitó, pone en el alma despojada un ave, o un instersticio, o un proyecto descartado para la creación. A este intercambio prepotente se le llama locura.

§ abril 18, 2004
§ 12:01 a.m.
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#

Tus pasos en la tierra dibujan el rostro de alguien muerto lejos, olvidado hace mucho.

§ abril 17, 2004
§ 1:00 p.m.
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Desigual

Mi mano izquierda es un poco más ciega, un poco más tonta. Cuando no la fuerzo a estarse quieta, a dejar que su otra hermana presuma sus saberes y cualidades, suspira con los acordes graves del piano y las pisadas de la guitarra. Pero se sabe condenada desde siempre, indigna y más pequeña. ¿Será más feliz cuando quiero redimirla sobre el cuerpo de un hombre, jugar a las otras simetrías?

§ abril 16, 2004
§ 9:35 a.m.
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Mi hermano

Dramolet, de los hermanos Quay (1988)

§ abril 15, 2004
§ 12:13 a.m.
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*

¿Quiénes conservan la esperanza fiera de la primera luz?
¿Quiénes saben aún del baile de las sombras en el suelo?
¿Quiénes tienen los ojos abiertos cuando llueven los peces?
¿Quiénes recuerdan cómo se deslíe la memoria, o cómo llegó a manar el fuego de la boca?

§ abril 14, 2004
§ 11:53 p.m.
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ii

Por otro lado, hablamos, hablamos, hablamos: cordialmente, con palabras alegres, sin parar mientras tampoco paran nuestros pies. Nunca en silencio, aunque no nos hayamos conocido en el mundo. No importa qué se diga: terminamos, siempre, en las nimiedades, y así el camino a la Sombra se llena de horarios y deberes, quejas, malestares, lo que nos preocupaba sobre el mundo.

No es que conversemos: nadie responde a lo que diga otra, porque nadie escucha nada salvo su propia voz. "Pero es que en la muerte", digo en alta voz, qué importa, "gana la añoranza".

Consuelo: "Deseamos sentir el recuerdo del aire y de la lengua que hay en cada palabra."

Ruth: "¿Y quién querría escuchar lo que decimos?"

Antonia: "Tú también hablarás de tus cosas, tus horas y las tareas de tus manos. Y te sabrás sola en ese momento, sola en todos los otros, sola siempre, mientras caminas y sonríes."

§ abril 13, 2004
§ 1:34 a.m.
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i

Vamos por el corredor hacia la pared que una vez fue blanca. Ahora está llena de nombres: Huga, Selma, Enedina, letras escritas con lápiz, huellas negras y grises sobre el yeso. Nosotras también (se nos ha dicho) deberemos escribir. Del otro lado, tras esa última acción de la Memoria, estará el Olvido. No lo decimos.

§ abril 12, 2004
§ 6:29 p.m.
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Mar

Las horas de la plenitud quedan fuera del tiempo, sí, pero también las de la espera: sube la marea, e imagino que las aguas llegarán a rodear mis plantas sobre la arena, pero es una ilusión. No llegarán nunca: existen para la playa que miro delante, labio del agua y del cielo que no habré de tocar.

§ abril 11, 2004
§ 10:22 p.m.
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Una fantasía

Las olas del mar en la boca de Dios, la tierra cayendo por entre sus dedos, el aire confundido con el vendaval de sus pensamientos. Es la hora del día señalado: es el llanto y es la última carrera hacia las playas hirvientes. Suenan las trompetas. Entonces la pulga dice: "Mi voz no se pierde en el estruendo porque es mía. Cada voz es la sangre de un alma. ¿Que gritan? En la quietud se sabe que cada voz es una forma de la gloria."

§ abril 10, 2004
§ 12:53 a.m.
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Sabe

Un día entrarán, por todas las ventanas, los mismos aires: la misma voluntad plena del mismo cielo revelado. Pero sólo habrá en ellos, unánimes, tonantes, el anverso de unas pocas palabras.

Cada soledad tiene su propio firmamento: cada mirada adentro es el comienzo de otro libro de los días.

§ abril 09, 2004
§ 12:03 a.m.
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Foto intervenida

§ abril 08, 2004
§ 12:03 a.m.
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De lo incompleto

Dos tercios del mundo estaban encerrados, aún, en la botella verde. No el restante: preso en cambio en la ínfima semilla del brujo, nació de mujer y fue abandonado en una aldea remota. Creció perverso y zafio, no tuvo otra memoria que la de aquella tierra miserable, y murió hace mil años, en la plenitud magra de sus horas.

§ abril 07, 2004
§ 12:55 a.m.
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6

—Los ojos siguen fijos en la sombra: quiero penetrarla. Algo hay que se me esconde allí. ¿Es el borde del despertar, y entonces duermo, como dice la voz? ¿Es una verdad, una imagen? ¿El origen, el fin? ¿Es alguien a quien he olvidado, y que va a decirme todo lo que la voz me oculta?
      »—Mira —escucho—, mira bien y sabrás.
      »Pero ¿debo confiar en la voz? ¿Me habla a mí, me dice la verdad? Yo tengo los ojos siempre en el mismo punto, inventado, invisible, y nada se revela. Tal vez duermo. Tal vez duerme el mundo. No sé nada de otros días, de luz antes de la tiniebla. Y acaso la tiniebla no está sólo ante mí... Acaso giro con tal lentitud que no me doy cuenta. Acaso avanzo o retrocedo. Acaso floto, ingrávida, en un espacio vasto y helado...
      »Este pensamiento me da vértigo. Siento que me elevo o que me hundo, que un viento me arrebata, que me arroja y me atenaza. Pienso en un grito, en ceder al horror y en cerrar los ojos. ¿Tengo abiertos los ojos? ¿Hablo en alta voz? ¿Tengo abiertas las manos, rasgo el aire, me estremezco en el vacío sin medida?
      »Oigo a la voz, que dice: —Los ojos siguen fijos en la sombra

§ abril 06, 2004
§ 2:06 a.m.
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Una carne

Un hombre camina, desnudo, por el corredor. Nadie lo ve mientras su cuerpo cede a la gravedad y a la expansión del alma y recupera su forma. Pero esas curvas que todos afuera juzgarían repulsivas, ese peso que tiene por igual amargura y equilibrio, son él, tanto como el tacto de su lengua contra su paladar o los sonidos que emiten sus plantas al tocar el suelo.

Él lo sabe y apenas se yergue un poco, por un instante, ante el recuerdo vestido de negro de la dignidad y el temor: esa figura altiva, como una gobernanta, que lo odia entero, desde su vientre hasta su cerviz ya vencida, hecha para el esfuerzo continuado y para la muerte.

Pero la institutriz ya no dice nada cuando él pasa de largo, todavía desnudo, las manos sobre su piel y la culpa lejos.

(Es esa enana temblorosa, del otro lado de una ventana en otra parte del edificio, con la nariz aplastada contra el cristal y la boca abierta.)

§ abril 05, 2004
§ 4:01 p.m.
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Ley

Saldrán a las calles, cuando el Sol y la Luna se apaguen, solamente quienes tengan en su casa un cirio blanco. Esto, porque sólo la llama encendida de tales cirios podrá invocar, a la vez, al pasado y al futuro.

Pero nadie, se agrega, podrá comprar un cirio antes del Día Negro; el hallazgo de todos ellos, cuando hagan falta, será propiciado por el azar, para no depender de la falsa piedad ni tampoco del miedo.

Mientras, las horas se ciernen bajo la luz y las costumbres.

§ abril 04, 2004
§ 9:57 p.m.
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)

Habrá quien reciba mi alma, la pequeña, la muda. Habrá quien sepa guardarla bien entre sus manos. Habrá quien are un surco y me arroje en él, con todas las otras, en un día de nubes. Habrá quien espere la lluvia.

§ abril 03, 2004
§ 9:44 p.m.
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Alice Krige como Lisa Benjamenta. © Atelier Koninck, 1995
 
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